sábado, 20 de junio de 2009

Historia de un autoretrato. Felicidades padre mío!

Con esto del día del padre, me vienen dos imágenes fuertes, que llevó grabadas más allá de la memoria, una foto de mi padre, y una foto de Meyer, en realidad una exposíción de su serie "Herejías", que estuvo en el Museo de Arte de Zapopan en diciembre. Les platico de la historia de un autoretrato y mis pensamientos al respecto.

La última foto que mi padre se tomó fue un auto retrato, lo guardo en mi memoria como si fuera la mejor de las fotos, ganadora de alguna bienal, reveladora de alguna verdad. Cabe decir que mi padre me introdujo en el arte fotográfico, era algo así como fotómano (orale!) le encantaba eso de la fotografía con toda su parafernalia, además de hacerse de varias cámaras, las cargaba todo el día, todos los días, era un buen aficionado a la foto, tomaba muchas fotos,a todos. Eran famosas sus noches de proyección entre sus amigos, proyectar diapositivas de viajes y de situaciones cotidianas. Leía mucho sobre ella también.

Regreso a la historia de un autoretrato... en el momento en que terminó la parte adminstrativa de la muerte de mi padre, y ya con calma en casa, pase a revisar su cámara, una Canon Rebel XTi, yo como buen nikoniano nunca entendí porqué mi padre cambió una nikon por una Canon, pero con el paso de los años he visto que algunos de mis amigos hacen lo mismo... no los entiendo!!!. Con ansias me preguntaba ¿cuál sería su última foto en esa cámara? y ahí estaba!! un autoretrato, de pie, frente al espejo, sonriendo... me partió el alma (que de por sí estaba quebrada), una imagen que resume el entendimiento del proceso de la muerte, la tranquilidad y el amor, la pasión por la foto, el respeto por la memoria y por supuesto la inasible soledad de ese momento de la vida. Él de alguna forma sabía que la vería. Sólo puedo decir de esa imagen que la llevaré por siempre, donde quiera que yo vaya, al igual que la gratitud a mi padre por enseñarme a amar a la fotografía.

La exposición de Herejía que se puso en el MAZ, fue el registro fotográfico de la muerte de su padre. Una exposición muy fuerte, que confronta al espectador con la muerte y por supuesto con la vida misma, te lleva a reflexionar sobre la estética de una manera repentina y profunda, la estética de la muerte, de la que ya hablaba antes, y la estética del cuerpo. Susan Sontag menciona en su libro de "Ante el dolor de los demás" que la muerte y la fotografía han estado de la mano desde que la fotografía se inventó, pues las fotografías son un rastro de algo que se presentó ante la lente, y resalta, con justa razón, la superioridad del medio, en cuanto a la evocación de los queridos difuntos y del pasado desaparecido. Como ejemplo bastaría recordar las imágenes de los niños muertos, costumbre que se tenía a principios del siglo XX de retratar a los niños, y en general a las personas, que morían. Dejo este ejemplo rápidamente y retomo el tema y autor del día de hoy.
En el proceso del morir de su padre, terriblemente su madre también murió, y Meyer pudo tomar imágenes de sus últimos días que, quizás yo no tendría las agallas para tomar. Admiro mucho a Pedro Meyer, ahora más, la sensibilidad que muestra en esas imágenes, el amor y respeto son inconmensurables. Una vez más, me quitó el sombrero. La exposición vienen con un video de las secuencias fotográficas que el mismo Meyer narra, me quedé dentro por varios minutos después de que terminó, no hay palabras para tanto sentimiento, ni cabeza para tantos pensamientos e imágenes.

PD: no pude ponerles la foto de mi padre, lo siento. Les comparto las de Pedro Meyer.
















4 comentarios:

  1. Debo confesar que un objeto preciado que me dejó mi papá al morir fue su cámara Nikon F3. De jóven fue fotógrafo amateur y conozco de su vida de juvetud gracias a las fotos que tomó y procesó. Como que ya más grande quiso regresar a la fotografía ,pero nunca se dió el tiempo.

    También me encontré fotos de su niñez (muy escasas: no habían muchas fotos en la los 30s y menos en una familia humilde) que nunca tuvo el tiempo de compartir.

    En fin... no hay duda que la fotografía nos recuerda de quienes estuvieron con nosotros y que en muchas ocasiones es la única muestra tangible que tenemos.

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  2. Tony, gracias por compartir, curiosamente mi padre también dejó una Nikon F3, que por cierto ya tenía rato sin usar, pues eso del enfoque ya no se le daba mucho, aquí al tengo. De la F3 pasó a una N90s, que ahora tengo el gusto de saber que está en excelentes manos, verdad Paulo?. Aunque debo confesar que la cámara que trajo durante mucho tiempo, en mi niñez, era una Minolta SRT 101, que me encantaría recuperar. Pues fue la primera reflex que tuve, herencia por supuesto. Que hermosas historia de la foto!!
    Un abrazo Tony

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  3. Snif, me sacaste una lagrimita.
    Mi papá también tuvo sus incursiones en la foto, pero al otro lado de la lente, con frecuencia posaba para mí, ji ji ji.
    Las últimas fotos que tengo de él son de un viaje relámpago a Zacatecas, su ciudad; me gusta recordarlo como se ve en una de esas fotos, mirando el panorama, hablando de cuánto había crecido la ciudad.
    Snif, voy en la segunda lagrimita.
    Con todo, qué lindo que los tres tenemos rete bonitos recuerdos de nuestros respectivos papás.

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  4. Cuando estaba pequeño (bueno, de edad) mi papá me regaló una viejísima cámara suya, marca Petri, que en lugar de tener el mecanismo actual para abrir/cerrar el obturador era un pedazo de tela que recorre de izquierda a derecha y de regreso.

    Lastimosamente nos robaron su combi donde estaba guardada y me quedé sin esa antigüedad muy interesante.

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